Hay veces que aparecen en tu vida personas que pasan sin más... Igual que entran, salen y todo sigue igual, sin dejar huella en el camino. Por el contrario, también hay gente maravillosa que aparece para quedarse y aportar momentos bonitos y llenos de magia. Personas que hacen que los instantes cuenten y que las emociones fluyan. Gente con la que sonreír es muy fácil y con la que te sientes cómoda desde el minuto cero.
En esta ocasión tuve la suerte de volver a compartir escenario con Fernando de la Calle y Pau Albert. Y de hacerlo por primera vez con dos súper artistas como son Diego Huacho y Nerea Romero. A Diego lo pude conocer en el recital que hicimos el mes pasado con The Edgar Allan Poets. Y a él fue a quien elegimos para ser el primer participante de la segunda edición (la cual está a punto de comenzar, así que estad atentos!)
Para terminar, os dejo con una poesía que leí el viernes por primera vez y que espero que os guste... Hacen falta amor y letras bonitas en estos momentos y yo pongo mi granito de arena para que la montaña no deje de crecer. Besar mucho y abrazar fuerte... Let´s dream big!!
DESDE EL OTRO LADO
El crujir de las hojas en otoño
me ha traído el rumor
de las olas en el mar.
Parece tan lejano que incluso creía
no poder llegar a recordarlo.
Y resulta que está ahí, mirándome.
Así, como si fuese la primera vez.
La niebla se pasea
sobre la arena húmeda
y me hace cosquillas en los pies.
Aguanto la respiración
porque quiero contener este momento.
Pero el frío me seca la garganta
y me quema por dentro,
casi como lo hacía tu calor.
Así que cojo aire y te inspiro fuerte.
El agua está helada,
y se clava en cada poro de mi piel.
Me asusta y me devuelve aquí.
Desde el otro lado
huelo a castañas asadas tras la esquina,
hay olores que siempre me traerán
de vuelta a tus manos.
El cielo brilla luciendo un azul
camuflado tras las sombras
de este noviembre,
no tan dulce como la película.
Y unos niños
juegan a contar estrellas
inventado historias de otros planetas.
Mientras,
los recuerdos bailan
dentro de mi cabeza cogidos de la mano.
Y lo hacen bien, porque no se van.
Se quedan estáticos
y parece que vivan representando
un cuadro eterno de Edward Hopper.
Y podríamos seguir
mintiendo una vez tras otra,
decir que esto no nos importa.
Pero te he llamado
tantas veces por última vez
que he perdido la cuenta...
Y al final de todos los principios
siempre vuelvo a soñar contigo.
Y de nuevo, cada hoja que cae,
termina crujiendo bajo mis pies...
E irremediablemente,
siempre susurra tu nombre.
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