Hay veces que quiero decir tantas cosas que no sé por donde empezar... Y hoy, es una de esas veces.
Ha sido una de las semanas mas estresantes y ajetreadas de mi vida y apenas he podido darme cuenta que mañana, 29 de junio de 2014, termina una de las mejores etapas de mi vida.
Una etapa que ha durado dos años y que me ha dado lo mejor que me podía dar: he vuelto a ser yo. Un yo que llevaba demasiado tiempo echando de menos, un yo que no recordaba, un yo que lucha por lo que quiere y disfruta de cada segundo de la vida, un yo dispuesta a todo por seguir cumpliendo sueños.
Durante estos años, mis queridos Nómadas, he aprendido y he crecido tanto en tantos aspectos, que no podría enumerarlos todos. Esta bonita y maravillosa experiencia me ha enriquecido muchísimo y siempre estaré en deuda con esta ciudad y todo lo que me ha aportado.
Por supuesto, no todo ha sido bonito y maravilloso. De hecho, ha habido muchas lágrimas, ganas de dejarlo todo, veces en la que he pensado que no podía más... Pero todo lo bueno, ha compensado con creces lo malo. Y a día de hoy, cada recuerdo que guardo en mi memoria, es único y extraordinario.
Esta aventura me ha hecho grandes regalos, los mejores de ellos sin lugar a dudas, en forma de personas. He conocido gente de todo el mundo. Gente de Italia, de Francia, de Brasil, de Colombia, de EEUU, de Alemania... Gente de todo el mundo! Algunas de ellas solo de paso, y otras para quedarse para siempre en mi vida. Las cuales han sido, son y serán mi familia esté donde esté.
Hoy este post se lo dedico a ella, a mi querida Mari. Porque la amo y la adoro con locura, y con ella e pasado TODO en esta experiencia, de principio a fin.
Miro hacia atrás y son tantísimas cosas que no podría enumerarlas, solo puedo decir que todas y cada una las recuerdo con una sonrisa en la cara y con lágrimas de emoción y felicidad en los ojos. Sé que nuestra historia no ha hecho más que empezar, y que si el destino quiso que empezase esta aventura en Marlow, fue porque tenía que encontrarme con ella, porque nuestros caminos tenían que cruzarse en algún momento de nuestras vidas. Aun no me he ido y ya la echo de menos... TE QUIERO así de GRANDE y nunca podré agradecerte TODO lo que hemos vivido y TODO lo que has hecho por mí.
La vida en Londres no es fácil, y a los que pensáis que aquí regalan las cosas, solo quiero que sepáis que estáis muy equivocados. Porque aquí no regalan nada, y a todo lo que hacemos las personas que venimos de fuera hay que sumarle el idioma y que estamos a muchos kilómetros de distancia de nuestra gente, de nuestro entorno, de nuestra forma de expresarnos y nuestra manera de pensar. Luchamos por sobrevivir en una de las ciudades más caras del mundo y con mucha competencia a nivel laboral. Pero Londres, es maravilloso... Una ciudad que tiene mucho que ofrecer y en la que cada día puedes descubrir algo nuevo. Cuando tienes un day off, y puedes disfrutar cada detalle de la ciudad, se te olvida todo lo demás...
Hoy es un día un poco triste... Pero también es un día muyyyy alegre! Una etapa finaliza y da comienzo a otra cargada de sorpresas y emociones!
Hoy quería compartir con vosotros todo esto, y un relato que he escrito intentando capturar la esencia que desprende esta maravillosa ciudad en cada paso que das. Espero que os guste y que pueda llegar a vosotros una pequeña parte de cada rincón de La ciudad del tiempo.
El próximo post ya no será desde Reino Unido, será desde mi querido Elche entre olor a palmeras... Porque de momento, me he ganado unas vacaciones! ;))
Feliz sábado amig@s y que paséis un bonito fin de semana! No os olvidéis nunca de sonreír, de vivir cada momento como si fuese el último y de soñar alto y fuerte... Let´s dream! :))
LA CIUDAD DEL TIEMPO
Se encontraron en una de las muchas estaciones que recorrían la ciudad. Para Rafaela todas tenían algo de magia y guardaban algo especial.
Se preguntaba a menudo cuántas historias habían visto sus paredes y cuantos millones de personas de todo el mundo habían paseado por allí…
Cómo a pesar de los años se habían ido adaptando a los cambios del tiempo manteniendo su esencia temporal.
Y si la ciudad era bonita en el subsuelo, en la parte de arriba brillaba por sí sola… Ahora entendía por qué no solía hacer sol... no lo necesitaba.
Vivía al noreste de la ciudad y, aunque su barrio tampoco era el mejor, se había acostumbrado a sus calles y el olor a especias de comida turca que permanecía a cualquier hora del dia.
Tenía Finsbury Park justo enfrente, y siempre que podía iba a correr y pasear alrededor del lago.
Aquel día en la estación ella llegaba tarde y él pronto. Sus miradas se cruzaron justo en ese punto entre nervios y tranquilidad. Y sin darse cuenta, sonrieron a la vez. Los dos volvieron a poner la vista al frente, mirando los manises en la pared que daban forma a uno de los globos, pero mirándose de reojo. Se subieron al vagón lleno de gente, quedándose uno al lado del otro, porque no había más hueco y porque no querían perderse de vista.
Ella iba a trabajar y él a una entrevista de trabajo. Se encontraban en puntos diferentes pero parecidos. Y quizá, con más cosas en común de las que ellos podían llegar a imaginar.
Rafaela era de Italia y Sergio de España. Y por alguna razón la sangre mediterránea hizo que intercambiasen más que miradas.
Rafaela empezó a vivir una realidad en las nubes y otra en la tierra, que la esperaba a muchos kilómetros de distancia. Pero no quería pensar en eso… Quería vivir el momento y ser feliz. Por eso estaba allí, por eso se fue a Londres.
Con él se sentía ella misma; y eso que, al hablar idiomas diferentes, ser ella al cien por cien no era fácil, pero había algo que hacía que todo fluyera entre ellos.
Pasaban juntos todo el tiempo que podían. Cada día había algo nuevo por descubrir… Paseos eternos por el río, risas por el Soho, comidas en parques que parecían bosques con lagos inmensos, atardeceres en Waterloo, exposiciones en galerías escondidas, caricias debajo del paraguas, tardes de relax tirados en el césped… Cualquier rincón de la ciudad tenía algo especial para ellos.
Era un lugar pequeño pero acogedor y uno de los mejores sitios para disfrutar de la comida española en la ciudad.
Durante la cena se dedicaron miradas cómplices, sonrisas llenas de ilusión y gestos armados de deseo y ganas el uno por el otro.
En un momento que Rafaela quedó despistada, Sergio puso delante de ella una bolsita color turquesa con estrellitas brillantes. Su sonrisa infinita le iluminó la cara y miró a Sergio como pocas veces se mira a una persona.
Cuando la abrió vio una preciosa pulsera de la que colgaba un pequeño reloj y una nota en la que pudo leer:
“La ciudad del tiempo ha querido que nos encontremos, el tiempo está con nosotros y los minutos cuentan a nuestro favor, ahora podrás llevarlos siempre contigo”
Ella se emocionó de felicidad. Nunca nadie la había tratado así ni la había hecho sentir tan especial. Nunca había sentido tantas ganas por alguien a todas horas…
Aquella noche se amaron tanto y tan fuerte que creyeron parar el tiempo. La ciudad no durmió contemplando su historia de amor.
Londres se convirtió en su paraíso particular en el que no les importaba nada más que estar el uno con el otro.
Pero el tiempo del reloj empezó a contar hacia el otro lado. Y un día, en el que se disponían a ser un poquito más felices que el anterior, una pesadilla los despertó de su sueño hecho realidad.
Llamaron a Rafaela para decirle que tenía que ir a casa, su padre había sufrido un infarto y estaba muy grave en el hospital… Ella lloró, gritó y sintió un dolor como nunca antes lo había sentido. También se maldijo a sí misma por sus pensamientos. Por estar pasando algo tan horrible en su familia y no poder dejar de pensar en Sergio.
Cuando él se enteró no dudó ni un segundo en decirle a Rafaela que se iría con ella. Que lo único que le importaba era una vida junto a ella y todo lo demás le sobraba. Pero Rafaela fue tajante y le dijo que no. No podía permitir que Sergio lo perdiese todo después de lo mucho que le había costado conseguirlo…
La vida nunca más quiso ponerlos en el mismo camino y la ciudad del tiempo nunca más se detuvo tras sus pasos…
Su historia quedó atrapada en cada calle, en cada rincón escondido, en cada café con vistas al mundo, en cada atardecer a la orilla del río…
Pero sobre todo, quedó la esencia del cruce de sus miradas en la estación de los globos, que los unió aquel día, regalándoles la mejor historia de amor, que siempre recordaron como la más bonita de sus vidas.
Que bonito Lady!! Me has emocionado. Me encantará leerte desde Elche.
ResponderEliminarBienvenida a casa.
Besos.
Muchas gracias Rita! Para mí también ha sido muy emotivo al escribirlo... El verano a casa! :))
ResponderEliminarMil gracias y millones de besos guapa!